domingo, 20 de marzo de 2011

Latitudes piratas

Latitudes piratas es un libro de divertirse. El título lo dice todo (y no va sobre latitudes).

Michael Crichton, recientemente alabado en "El palacio de los sueños", no se complica la vida de una forma muy detallada. En esta novela nos cuenta una aventura en la que los protagonistas son audaces y valientes y los antagonistas pérfidos y odiables.
La trama avanza con paso firme sorteando imprevistos y quiebros hasta un satisfactorio final y por esto digo que el autor no se complica la vida. Existe una línea de acción salpicada de escenas que dan color pero sin peso ni consecuencias futuras. Hasta los personajes son poco complicados. Tienen una o dos características necesarias para la trama que los definen sin más desarrollo... ni falta que hace.

Los detalles están en la ambientación, en las descripciones de lugares y costumbres. Consigue de esta manera el autor que sobre un escenario colorido transcurra sin trabas un a acción y ligera y entretenida propia de una película de sábado por la tarde. Sí, como el "prisionero de Zenda".

Es decir, recomendable al 100%.

Y manda narices que sin haberlo planificado, el día anterior a escribir estar reseña me zampé antes de dormir toda una "Capitán Blood" de 1935 con Errol Flyn de protagonista porque era la única peli que tenía en el disco duro del portátil (junto con "La bruja novata" de Disney).

1 comentario:

  1. Al principio el título me emocioné bastante, parecía justo lo que llevaba buscando desde hace tiempo pero, al no tratar de latitudes... ya no me apetece tanto.

    ¿Qué gracia tienen los piratas después de leer "El pirata Garrapata"?

    Como muestra un botón (unos botones):
    "
    —¿Jugamos una partida? —dijo el abrigo.
    —¿Al mus? ¿A las siete y media?
    —A las ocho.
    "

    "
    —¿Les gusta la comida china?
    —No, no la puedo tragar.
    —¿Por qué?
    —Por las chinas.
    —Pues se aguanta. Entremos en la taberna del Chino.
    Entraron en la taberna. Estaba casi a oscuras. Un chino estaba haciendo una paella en la cocina; llevaba una larga coleta y un kimono.
    —¡Qué mono! —dijo Carafoca tirándole de la coleta.
    —¿Qué quielen los señoles?
    —Nalanjitas y limones —dijo Carafoca, dándole con el rodillo de la cocina en la cabeza.
    —¡Madle mía, qué galotazo! —dijo el chino cayéndose al suelo.
    "


    (Este comentario era más extenso pero Google tuvo la genial idea de dar un error al publicarlo y no guardarme el texto)

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