Este comentario es el que más pereza me da hacer y no porque no tenga ganas, sino porque sé que no voy a hacerle justicia al libro.
Procrastino hasta que me vea con fuerzas para acometer una referencia mínimamente digna, pero es mi intención cambiar de modo de vida y acoger la filosofía waznei de "entrégalo, aunque sea una mierda. Es mejor que no entregar nada". Dicho de otro modo, es mejor una solución mediocre que un proyecto perfecto.
Puede parecer que esto es demasiada reflexión para la reseña de un libro, pero es que el libro da para reflexionar continuamente. De hecho en gran parte detalla las reflexiones del protagonista. Pasan cosas, desde luego, pero pasan como al otro lado de un velo. Mientras, a este lado uno comparte estancia con la intrincada mente de Amacaballo Fat, obsesionado con el momento en que Dios (u otro ente, pero esto ya forma parte de sus reflexiones) se puso en contacto con él para decirle cómo salvar la vida de su hijo.
Las reflexiones de Fat están narradas por su amigo Phil. Pero uno se siente dentro de la cabeza de Fat, es testigo de sus elucubraciones y llegado el momento incluso es cómplice de sus conclusiones.
Sus razonamientos son absorbentes y sólo en algunos momentos uno tiene la claridad de ideas para preguntarse cómo puede estar tan plenamente de acuerdo con los argumentos de un desequilibrado como Amacaballo Fat.
Vale que el autor estuviese empapado de drogas cuando escribió Valis, y de ahí toda la simbología, los mensajes subconscientes y las ideas de atemporalidad (por no mencionar otros detalles de la trama) pero sus desvaríos son estupendamente racionales y estructurados, con referencias... "mitológicas" (y autobiográficas, pero de eso se entera uno después) abundantes.
Tras leerse una novelita de piratas el contraste es absoluto. No es para leer cuando no quieras pensar desde luego, pues es densamente disfrutable. Phillip K. Dick es lo que tiene, supongo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hai excomunión, reservada a Su Santidad, contra qualesquiera personas que obviasen, evitasen o de qualquier otro modo se abstuviesen de comentar, vilipendiar o maldizer de caballeros de bien o gente como usted.