"Hubo un día que me miré en el espejo y vi que no era yo, sino que era una persona desconocida para mi, y además que me desagradaba muchísimo. Recuerdo que me llevé la mano a la cara y el desconocido levantó su tosca zarpa de dedos como garras y se palpó la jeta torpemente, en burda imitación de mis propios movimientos.
No pude evitar sorprenderme ante la perfecta sincronía de nuestros gestos, si bien mi cara de sorpresa tuve que imaginármela porque el tipejo aquel se limitó a torcer el gesto en un rictus de desagrado más propio de quien se ve envuelto en una nube hedionda.
A juzgar por el desaliño general de Mr.Reflejo, la teoría de la nube hedionda no era descabellada así que agradecí no enfrentarme a nada más que a una imagen sin el acoso de otras percepciones sensoriales. Me temo que mi rictus de desagrado al imaginarme el olor subyacente al fulano del espejo se escapaba al abanico de expresiones faciales de mi yo feo, que se limitó a poner una cara semejante a un limón cortado por la mitad.
Intenté relajarme para empezar a buscar explicaciones. Me pasé la mano por el pelo en un atusamiento leve y sutil, que Aliciaalotroladodelespejo aprovechó para rascarse descaradamente el cuero cabelludo, con lo que los copos de caspa empezaron a nevar sobre esos mis no-míos hombros. Intentando disimular me miré una mano como quien distraidamente revisa si tiene la manicura bien hecha, pero por el rabillo del ojo vi como aquel tío cerdo se regodeaba con la imagen del sebo y caspa acumulados bajo sus feas uñas sin cortar hacía dios sabe cuánto tiempo. Probablemente desde la última vez que se afeitó, y de eso no hacía poco.
Qué individuo más desagradable. Podía percibir el desprecio con el que me dirigía la mirada, analizando cada uno de mis gestos, que probablemente pensaría que eran copias de los suyos, sin percatarse de que el reflejo era él y no yo. No me extrañó que me odiase: a los ojos de cualquiera la mía era la imagen de un triunfador, un caballero, refinado y sofisticado, interesante, a la moda, con contactos... y él era un gañán, vago, obtuso, vicioso y despreciable. Y eso que yo no estaba en mi mejor momento, pues los últimos días los había pasado en mi vivienda apartado de los compromisos sociales por un par de reveses que habían afectado mi ánimo hasta el punto de no querer salir de casa.... "